viernes, 13 de marzo de 2020
el sutil arte de cambiar el nombre a las cosas
Al principio como en todas las historias, todo era dulce y de color rosa, pero poco a poco la verdadera Beatriz surgió de un cachito de mar para revelarme que mi vida en aquellos momentos era difícil (cosa que ya sabia). Las deudas llegaban a mi nombre y me susurraban que todo aquello en general podría sanarse,
la obedecí, y mi vida dejó de contar para nada.
Mi vida, mis opiniones, mi manera de actuar, TODO, señorita y levanté un brazo.
Si mi universo es, estar aquí viviendo entre mil decepciones propongo una huida dulce.
Desde un rincón
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