Un día me dio por mirar alrededor, no solamente acabo de aparecer como de la nada, la bufanda de colores de Adolfo Domínguez que yo tanto anhelaba, junto a eso había una gran ventana, y lo recordaba fielmente... y podía percibir el aroma de coco y de plátano, juntos emanaba otro tipo de perfume tropical!!! hice una pausa, tenía tanto a mi alrededor que admirar, que decidí y se me antojó enfrente de el edificio donde yo vivía, en una esquina habían alquilado un pedacito un par de gaviotas asturianas, las vi crecer, vi a sus hijos durante unos cuantos años... lo suficientes como para afianzarme a un cariño extraño hacia ellas, tomé la bufanda en la mano me la coloque de aquella manera en el hombro derecho, y me fui resolutiva a terminar el invierno afuera...!!!!
Recuerdos desde mi rincón
Driadea