Carolina desde hacía años regentaba una librería, envuelta en aromas parecidos a los otoñales, donde simplemente abrir un libro, te convertía en asiduo lector. Fuera o fueses aceptado entre sus líneas y sus tapas...
No estaba sola pues poseía más personajes como en una vieja novela, que se vieron involucrados en aquel olor tan penetrante, quizás mantenían un leve secreto etéreo. Podía ser, que entendiese que aquello no eran meras letras formando oraciones...
Con todo y sin embargo conocía a la perfección mis gustos sobre vivir como un personaje, tal vez en un libro de piratas o un libro de tierno amor. Variando siempre hacia los libros de autoayuda y algún libro escrito por Elizabeth benavent, o Ken Follet quizás...
Aquel era evidentemente su ecosistema, el que le llevaba a sonreír ante una nueva libreta o un nuevo libro de bolsillo...
Saludos desde mi rincón